HUGO ROCA EN LA HISTORIA DE VENEZUELA: LA FOTO DE ""EL PORTENAZO"" QUE GANÓ EL PREMIO PULITZER EN 1963

Ayúdeme padrecito

escrito por Luis Enrique Borges

viernes, 29 de abril de 2011

Todo era humo y confusión. Las balas silbaban, desgarrando la cálida mañana, y la muerte era una presencia en todos los rincones de Puerto Cabello. En medio del caos generalizado por la batalla entre soldados de una misma patria, apenas diferenciados por las órdenes que debían cumplir, se alzó la recia figura de Luis María Padilla. Los aviones bombardeaban una y otra vez el puerto, mientras el padre Padilla corría de un soldado a un civil, de un combatiente a otro, brindando el último consuelo... Luis María Padilla, sacerdote, capellán de la Base Naval, no pudo permanecer indiferente ante el dolor y la angustia que se apoderó de Puerto Cabello al producirse el ataque de las tropas leales al gobierno de Rómulo Betancourt. El llamado Porteñazo estaba a punto de fracasar. Y Luis María Padilla habría de convertirse en una imagen para la Historia al socorrer al subteniente, Luis Antonio Rivera Sanoja, del Batallón Carabobo. Mientras lo sostenía, éste sólo alcanzó a decir "ayúdeme padrecito" antes de ser nuevamente herido por las balas. La muerte hurgaba con furia en las entrañas de aquel hombre, que abrazó las piernas del sacerdote como buscando afianzarse en la vida que se le escapaba, o quizás una alianza de última hora con la vida en un nivel espiritual y superior. Por allí andaba Héctor Rondón, arriesgando la vida detrás de una cámara fotográfica. Y captó el momento. La foto le dio la vuelta al mundo, ganando los premios World Press Photo y George Polk de 1.962 y el Pulitzer de 1.963, para el fotógrafo, convirtiendo en icono de aquellos años 60, fabulosos y violentos, a Luis María Padilla, el sacerdote que dejó de existir, En Un Día Como Hoy, 29 de abril de 1.965 En ese momento crucial para la vida de la Patria, Luis María Padilla era párroco de Borburata y Capellán de la Base Naval de Puerto Cabello. El declaró días después ante el Concejo de Guerra: "... A la distancia vi bultos que se movían en el suelo, pensé que eran cuerpos humanos, invité a una ambulancia inmediata y fuimos hasta la estación de gasolina, donde estaba un hombre de uniforme, tendido. Me bajé, lo auxilié espiritualmente. La gente de la ambulancia quedó alzándolo. Y yo partí por el centro de la calle hacia donde estaba el grueso de los caídos, que era justamente la esquina de La Alcantarilla. Allí yacían, creo que nueve soldados tendidos. Dos heridos mortalmente y los demás ya muertos. Uno al tocarlo, me dijo: "Ayúdeme padrecito". Procuraba echármelo al hombro, y de pronto llegó una ráfaga de ametralladora que hizo blanco en él. Me paré y dándole la absolución, expiró. Otro herido, me dijo al tocarlo: "Dígale a mi mamá, cómo morí"... Sobre todos dí la absolución y me retiré en busca de ambulancias, pero las ambulancias no se atrevían a avanzar porque el fuego se veía cruzado. Entonces advertí mis manos y sotana llenas de sangre... Desde entonces me limité a ayudar en las ambulancias y a auxiliar a muertos y moribundos..." Civiles y militares, trabados en violenta batalla, diferenciados apenas por el brazalete rojo de los alzados, llevaron a un punto culminante la crisis política de ese junio de 1.962. Entonces, Luis María Padilla, apenas escudándose con el Cristo que siempre colgó sobre su pecho, se lanzó a la calle. Mientras tanto, un motín en el destructor Zulia, retrasó el comienzo del ataque naval, pero no la entrada en acción de los tanques. Así que muy pronto, la superioridad del ejército acabó con la rebelión, llenando a Puerto Cabello de asombro y destrucción. En el barrio La Alcantarilla culminó la vida del combatiente. En esa esquina, auxiliado por el padre, mientras radio Puerto Cabello se convirtió en humeantes escombros. La foto dejó el testimonio de una rebelión militar que dejó más de 400 muertos, miles de detenidos y millones en pérdidas... Fue la imagen del secular drama de violencia e incomprensión que padecen nuestros pueblos, la que inmortalizó al padre Luis María Padilla. El Premio Pulitzer de fotografía En 1963 se otorgó el Premio Pulitzer de Fotografía, el más alto galardón de este tipo en los Estados Unidos y uno de los más prestigiosos a nivel mundial, a la fotografía tomada por Héctor Rondón, del Diario La República, de un párroco (el capellán Luis María Padilla) acudiendo al medio de la calle (en el sitio conocido como La Alcantarilla) a socorrer a un soldado herido en los momentos cruciales del tiroteo, a quien sostiene en sus brazos para tratar de ayudarlo. Esta fotografía fue distribuida por la Associated Press y salió en muchas revistas de todo el mundo, por ejemplo, en la portada de la revista Life en español poco después de los hechos.

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